La Feria Internacional del Libro rosarina quedó formalmente inaugurada este jueves en la explanada del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, donde el intendente Pablo Javkin encabezó el acto de apertura junto a la reconocida escritora Claudia Piñeiro, quien tuvo a su cargo el discurso inaugural, signado por una fuerte denuncia al ecocidio que afecta a toda la región por la quema de los humedales. El gran evento, que vuelve luego de su última edición de 2019, se extenderá, con entrada libre y gratuita, hasta el 18 de este mes ofreciendo una amplia programación con actividades para todas las edades.
“Estamos celebrando el amor renovado entre las palabras, los libros y Rosario, con esta feria libre, diversa, abierta, gratuita y plural. La humanidad enfrentó una pandemia que nos quitó mucho; parte de ese dolor fue también perder estos encuentros que nos reconfortan y llenan el alama. Las rosarinas y los rosarinos tenemos en nuestro ADN la fuerza irrefrenable que nos lleva a levantarnos una y otra vez. Con esa misma fuerza que atravesó desde su origen incendios, pandemias, el combate contra el crimen, logramos recuperar, una vez más, nuestra querida feria porque, como decía Umberto Eco, ‘nadie acabará con los libros’”, expresó Javkin.
“Esta ciudad merecía celebrar su extensa tradición literaria con la edición probablemente más grande de su historia, pero la más pequeña cuando miremos la del año próximo, porque éste es el compromiso que vamos a asumir”, prometió el mandatario local al referirse a la continuidad de la gran fiesta local del libro.
“Este evento es el mejor homenaje a la vida y a la obra de escritores y escritoras que recorrieron nuestra calles y plazas, que compusieron poemas y cantos inspirados por la corriente marrón de nuestro río. Esta ciudad sin fundador pero repleta de palabras fundantes se llenó de la poética de Saer, de Laiseca, de Selva Almada, de Estela Figueroa, de Diana Bellesi, de Hugo Padeletti, de Aldo Oliva, de Sevlever. Cada uno y cada una de ellas son parte de la lírica que hicieron grande a esta ciudad. Quizás esta feria sea una de las grandes oportunidades para mantener fluyendo esa tradición, que al decir de Saer, más que un río majestuoso y fértil es una piedra firme en medio de la corriente que se deja pulir por el agua”, ahondó.
En otro tramo de su discurso, Javkin enfatizó: “Las primeras ferias de la historia no eran así, eran exclusivas para unos pocos letrados, pero esta feria de puertas grandes y abiertas se propone el acceso a la lectura y al conocimiento como un derecho innegociable, y también, permítanme remarcarlo, como una apuesta federal: el interior de nuestra Argentina merece tener el ámbito para sus letras, por eso redoblamos la apuesta; queremos que las historias que nacen en el interior de nuestra Argentina también tengan su sede masiva y también formen parte del calendario literario del país”.
“Acá decimos que nos gusta hacer a la rosarina, por eso elegimos hacerla así, convocante, que sea abierta, que estén los libros adentro y afuera, que esté la gente adentro y afuera, y que llene el espacio público. Esta feria sin duda va a llevar marcada a fuego la mirada de una de nuestras madres, Angélica Gorodischer, un faro literario que nos guía con su pluma, pero sobre todo con su lucha, para que las próximas generaciones aprendamos a vernos en ese espejo que nos revela nuestra propia cara”, aseveró a continuación.
Por otra parte, el mandatario local indicó que el próximo sábado “vamos a hacer coincidir la Feria del Libro con esa cosa maravillosa que es la Noche de las Peatonales, para que en esa masividad que vamos a tener acá encontremos también un modo de confrontar con la violencia, una forma de construir la paz”, y seguidamente, para concluir, subrayó: “Paz es lo que necesita nuestra ciudad, y la paz se construye con la gente en la calle, y también se construye cuando abrimos los mundos que abre la lectura, y eso es lo que queremos simbolizar en estos 11 días de feria”.

Ecocidio: palabras para hablar de lo urgente
Todos los aplausos de la tarde noche se los llevó el discurso de la escritora Claudia Piñeiro, que cerró la noche acompañada del rugir del viento que llevaba su voz por cada sitio para que se escuche, bien fuerte.
La reconocida escritora dedicó su escrito a Gerardo Rozín, a quien destacó como un gran lector. Habló de las palabras, los textos y las urgencias. Sacó las mochilas de la escritura como un adorno romántico y puso el eje en comunicar lo que sucede en el tiempo actual, el hoy. Abrió las puertas para pensar y deslizar infinidad de preguntas sin certeza de ser respondidas. También se refirió a la diferencia entre el deseo de escribir algo propio o a demanda de otras personas.
“Estamos en la Feria del Libro de Rosario, una ciudad preciosa y muy querida, en la que viven muchos amigos, y que tiene una importante vida cultural, pero también con altos índices de violencia, de pobreza, aquejada por el narcotráfico y el crimen organizado y la crisis ambiental. Y esta ciudad pertenece a un país en el que hace una semana atentaron contra la vida de la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, un tema gravísimo, que atenta también contra la democracia que hemos construido con esfuerzo a partir del fin de la dictadura militar. Con todos estos temas, entonces, ¿debería hablar de libros, del oficio de escribir, de la industria editorial y de la precaria situación del escritor y la escritora dentro de una industria que navega en los avatares de nuestra economía?”, se preguntó a su turno Piñeiro al comenzar su discurso inaugural, para a continuación afirmar: “Apuesto que aquí y ahora ésta no es nuestra urgencia”.
De este modo, la gran escritora afirmó: “Decidí traer a la Feria del Libro un tema concreto y puntual del que sí siento que debemos ocuparnos en esta apertura, porque mientras estamos aquí intentando pensar a qué le ponemos el cuerpo, los humedales se queman, los queman, y en Rosario no se puede respirar. ¿No se trata de un tema lo suficientemente urgente para que nos ocupemos de él, nosotros, nosotras, los funcionarios ejecutivos, los legisladores y la justicia?”.
“¿Cómo hablar de libros si no se puede respirar, cómo leer si no se puede respirar? Entonces busquemos palabras para hablar de lo que es urgente”, continúo Piñeiro, centrada en denunciar el ecocidio que afecta a toda la región. Luego enumeró las distintas iniciativas presentadas a lo largo del tiempo de diez años a esta parte y que fueron dejadas de lado o directamente no tuvieron tratamiento por las y los legisladores. Remarcó, entre otras palabras clave, ‘urgencia’ e ‘impostergable’ y volvió a preguntarse al respecto: “¿De qué hablan en esas comisiones de diputados mientras en Rosario no se puede respirar?”.
A lo largo de su texto, la autora fue conectando palabras: pobreza, violencia, narcotráfico, crimen organizado, magnicidio, humedales, fuego, democracia, entre otras, que fueron dotando de sentido cada párrafo y dejaban instalada un sentir colectivo: “Hay que perder el miedo a decir, porque es urgente y lo que urge no puede esperar”.