Este 2 de marzo se cumplen 26 años de la jornada en la que Sebastián Pira atropelló a María Celeste Haiek y Daniela Caruso al mando de un Ford Galaxy a 130 kilómetros por hora. En un nuevo aniversario, el Concejo Municipal votó la colocación evocativa en la fatal esquina de Salta y Oroño con una frase que aún exige explicaciones: “La Justicia olvidó, nosotros jamás”.
Aquella noche del 2 de marzo de 1997, Sebastián Pira de 21 años conducía su auto Ford Galaxy a más de 130 km/h por calle Salta. Al llegar a la intersección con bulevar Oroño, Pira atropelló y mató a María Celeste Haiek, de 22 años, y a Daniela Caruso, de 16, quien fue arrastrada una cuadra en el capot del auto para luego ser arrollada por el mismo vehículo.
Días después del hecho, Pira se presentó con su abogado en la comisaría 3° de Rosario, donde quedó inicialmente detenido. El juez Osvaldo Barbero caratuló el hecho como “doble muerte en accidente de tránsito” y derivó el caso al juez correccional Edgardo Bistoletti. El 12 de junio de 1997, Barbero le dictó la libertad condicional.
Bistoletti cambió la carátula a “doble homicidio con dolo eventual” y según el Código Penal ese delito oscila entre 8 y 25 años de cárcel. Los abogados de Pira apelaron y en la Cámara de Apelaciones determinaron que la muerte de Daniela fue por homicidio simple (con intención) y la de María Celeste por homicidio culposo (sin intención). El expediente se dividió en dos y Barbero era el juez por la muerte de Caruso, mientras que Bistoletti por la muerte de Haiek.
El 10 de noviembre de 1997, el juez Bistoletti ordenó la detención, pero el joven se escapó del país huyendo a Israel. Además, trascendió que Pira estuvo en Turquía y Corea, hasta que decidió radicarse en Países Bajos, donde fue detenido el 28 de marzo de 2000 cuando lo interceptaron en el Aeropuerto de Shipol, Ámsterdam.
Quedó bajó disposición de un juez holandés que aceptó que lo extraditen a nuestro país, pero lo dejaron libre hasta que se concretara su regreso a Argentina. Cuando Interpol lo fue a buscar a la casa en agosto de 2001, Pira otra vez había huido sin dejar rastros.
En 2004 prescribió el caso por la muerte de María Celeste Haiek, mientras que la causa de Daniela Caruso siguió abierta hasta que en el 2009 el juez Osvaldo Barbero también decidió cerrar la investigación por el homicidio simple de Daniela.
Meses antes de este cierre, la hermana de María Celeste, Celia, buscó en el padrón electoral si Sebastián Pira tenía domicilio en el país. Para su sorpresa, el conductor del Ford Galaxy aquella noche fatídica estaba habilitado para votar en la Escuela N°43 Reino de España, ubicada en Ayacucho y Avenida Guacurari, Posadas en la provincia de Misiones.
“Siempre lo seguí, no cambió de identidad. Me fijaba a ver dónde votaba, anduvo en Misiones, Posadas, en todos lados. Ahora lo tenemos de vecino, vive en Rosario. Yo cuando seguí todo el caso de Fernando, veía en los rugbiers a este muchacho Rodrigo. Veía la soberbia, los gestos, no sentían nada de culpa. Yo estoy seguro de que a ellos y a Sebastián Pira no les importa nada, no les afecta”, apuntó Celia Haiek, hermana de María Celeste.
Sebastián pasó más de la mitad de su vida huyendo de la Justicia y las familias de las víctimas creen que la familia de Pira es cómplice de sus evasiones. En 2014 el juez de instrucción Gustavo Pérez Urrechu resolvió que la causa prescribió y en junio de 2015, la Corte Suprema de Santa Fe ratificó el fallo cerrando el círculo de impunidad sobre estas muertes.