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sábado, octubre 12, 2024

“No hay lugar”: boliches autodenominados “top” de Rosario eligen a sus clientes

Por apariencia física, orientación sexual o vestimenta, entre otras cuestiones, renombrados boliches de la ciudad de puntos neurálgicos como Pichincha descartan cada fin de semana a grupos de personas en sus puertas. Con o sin reserva, a esperar un ratito al costado hasta agotar paciencia y enfrentar la radiografía de incapacitados patovicas que bajan la orden de un dueño con aires de grandeza y discurso cool que se contradice con las políticas que su propio espacio implementa.

Pero no es por desconocimiento. Es una decisión que toman minuto a minuto. Señalan con el dedo quién sí y quién no. “Acá entra el que quieren los dueños, es así”, admite un integrante del equipo de seguridad del coqueto bar, que acumula decenas de comentarios en su Instagram pidiendo un contacto para reservar que probablemente nunca llega. “¿Cuántos seguidores tenés?”. No hay lugar.

“Somos un grupo de seis mujeres de 40 años”. “¿¡40 años!? No, te podemos reservar una mesita en la vereda”. Que no salgan en las fotos, ni siquiera de fondo. Terminó la hora de cenar, pero no hay un lugar asegurado en el boliche a dos metros. Una de la madrugada, noche fría. Suena una mezcla de reggaetón y cumbia.

“Buenas noches, comimos recién acá a la vuelta y no nos dejaron entrar por la otra puerta”. “Esperen acá que voy a preguntar”. Sin barbijo, el patovica entra, simula una inspección general y determina en ese momento que ya no hay lugar. “¿Tenían reserva?”. “Sí”. No hay excusas. “Acabamos de pagar diez lucas en la cena, usamos el baño que está en el boliche y no tenemos acceso ni pagando”, pronuncian en forma de pregunta, pero no hay respuesta. Ni remate. “No hay lugar”.

Mientras el patovica intenta desviar la mirada para eliminar el conflicto, detrás de él otro empleado de seguridad corre la soga roja aterciopelada para habilitar el paso a un grupo de jóvenes que saluda con palmadas a la pasada al morrudo patovica, que con el mismo criterio que aplica se quedaría afuera de la velada.

“Parece que no hay lugar… para nosotros”. No hace falta más que buscar las opiniones en Google de locales conocidos como Nómade (Salta y Alvear) o Bound (Salta y Oroño) para conocer breves relatos que muestran los desmanejos en las puertas de esos concurridos espacios bailables.

Y aunque la problemática se extiende a otros salones, no son para nada frecuentes las denuncias. Por ley, los boliches deberían mostrar un cartel con sus “condiciones” para limitar su derecho de admisión y permanencia. Son pocos los que lo implementan y muchos menos los que lo cumplen.

Porque claro, puede haber un rango etario, un código de vestimenta e incluso eventos privados con invitación. No es el caso de este par de boliches separados por apenas una cuadra. El criterio es a dedo y con una connotación claramente discriminatoria.

Hombres y mujeres que no cumplen con los denominados criterios hegemónicos quedan a las puertas de entrar a los boliches. Lejos, muy lejos de los discursos de igualdad e inclusión que se pregonan de un tiempo a esta parte. Y demasiado cerca de la exclusión y la discriminación que pareció tener su auge en los ’90 y 2000.

Porque una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Bailan sobre la delgada línea que divide el derecho de admisión de la cruda discriminación. Y aparece el abanico de excusas ridículas que no soporta una repregunta. Pero qué importa en ese contexto. Porque, a decir verdad, ¿queremos al final entrar en boliches que aplican ese “filtro” de manera tan claramente discriminatoria?

Recopilación de críticas

+ “Llegué al lugar, hice cola de una hora y media, vi entrar gente que llegó mucho después que yo, y al momento de entrar el seguridad me dijo que no había más lugar. Y cerró la puerta. Me quedé cinco minutos más, vi ingresar al menos 10 personas más. Un desastre, sin contar que la gente de seguridad era bastante mal educada. Era la primera vez que iba, y por supuesto la última. No lo recomiendo, me pareció una falta de respeto” [Nómade].

+ “Prefiero recomendar que visiten Afganistán. Es más difícil entrar a este lugar que al Ártico en malla, ojotas y musculosa. El patoterito de la puerta se cree que es parte de la guardia suiza del Vaticano, terrible salame. Si pueden evitar ir a ese zoológico se hacen un favor” [Nómade].

+ “Nos hicieron sentir una basura por ser de Buenos Aires, el trato fue horrible y no nos dejaron entrar, estábamos muy bien vestidos. A los rosarinos no hay que dejarlos entrar a los boliches de BsAs!” [Bound].

+ “Segunda pésima experiencia, la primera vez nos torturaron por llamadas porque se ‘equivocaron’ con la cuenta. Y esta vez ya arrancaron pidiendo DNI siendo que a nadie le pedían y su 2da excusa fue que una del grupo estaba en zapatillas. SIGLO XXI” [Nómade].

+ “Lugar horroroso que con mentiras y parámetros cuestionables selecciona qué personas entran al local. Deplorable. Todo vuelve” [Nómade].

+ “Nos hicieron hacer una fila de una hora, al llegar a la entrada nos re filtraron sacando cualquier excusa para no dejarnos entrar, super discriminativos” [Bound].

+ “Si pudiera no poner ni una estrella, lo haría. La letra chica de la ‘reserva por MD’ es primero escribir con tres meses de anticipación, con suerte se van a tomar la molestia de responderte. Segundo, si no aclaras que querés lugar adentro te mandan a la vereda. Tercero, para ir adentro tenés que jugar al juego del calamar un poco más para que te den una mesita en este lugar HEGEMÓNICO, MACHISTA Y PATRIARCAL. Sigan con su discriminación y humos subidos y su mundito de mentira e irreal. Así les va, asco y pena me dan” [Nómade].

+ “Muy discriminativos, solo por ser extranjeros nos filtraron en la entrada, no lo recomiendo van a pasar muy mal rato” [Bound].

+ “Nómade Pichincha un lugar que te reserva si sos la minita tipo que después suben en las fotos de su Instagram, ¿cómo se llama eso? Discrimina… 2022 y hacen ‘filtro de gente’. Me encantaría conocerle las caras a los dueños para ver quiénes son ellos para filtrar gente. Se merecen un buen escrache”.

+ “Una amiga hizo su recibida ahí y cuando fue a reservar le preguntaron si llevaba gente ‘bien’. Ni hablar de que si tenés menos de 2000 seguidores en ig y les hablas no te responden”.

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