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martes, enero 14, 2025

Pericia virtual implicó aún más a policía vinculado a la banda Los Monos


“Voy a declarar pero no voy a contestar preguntas”. Así empezó su indagatoria los primeros días de junio Gustavo Daniel Pereyra, el policía de 51 años conocido como Gula Gula, tras ser imputado de asociación ilícita, cohecho y tráfico de influencias por el juez Juan Carlos Vienna, en el marco de la megacausa que investiga el homicidio de Martín Fantasma Paz. En su escueta declaración, el comisario inspector que hasta el momento de su detención estaba al frente de la Brigada Operativa de la Secretaría de Delitos Complejos dijo que no conocía a las personas investigadas por narcotráfico, que no tenía conocimiento ni acceso a investigaciones por drogas e incluso, que no contaba con ninguna base de datos ya que tampoco tenía un lugar físico de trabajo.
Sin embargo, los resultados de las pericias informáticas realizadas en una de sus computadoras dicen otra cosa. Una fuente del caso informó que se recuperaron archivos que habían sido borrados donde se observan fotos fechadas, seguimientos a conocidos narcotraficantes, domicilios de búnkers de drogas ordenados por sus presuntos dueños, frentes de viviendas de narcos y organigramas de bandas organizadas con archivos y fotografías de conocidos delincuentes.
Gustavo Pereyra fue el primer policía detenido por sus presuntos vínculos con la banda Los Monos en la megacausa que lleva adelante el juez de Instrucción de la 4ª Nominación, Juan Carlos Vienna. En los últimos días, el uniformado recibió el beneficio de prisión morigerada, por lo que continúa imputado  y privado de su libertad, pero en su casa. Gula Gula está sospechado de colaborar con la familia Cantero a fin de asegurarles impunidad a cambio de grandes cifras de dinero. Desde diciembre de 2012 estaba al frente de la Brigada Operativa de la Secretaría de Delitos Complejos, que comanda Ana Viglione. Esta repartición del Ejecutivo fue creada por el gobierno provincial a fines de octubre pasado tras la detención del entonces jefe de la policía provincial, Hugo Tognoli, quien continúa procesado y detenido por sus presuntos vínculos con el narcotráfico.
Del mismo gabinete, conformado solo por cinco policías, también fue apresado Juan Marcelo Maciel, otro uniformado apodado Chavo, de 39 años. Los teléfonos personales de ambos estaban en la agenda telefónica de Martín Fantasma Paz, la primera víctima de peso dentro de una sangrienta saga de crímenes mafiosos que también le costó la cabeza al indiscutido líder de la banda de Los Monos, Claudio Pájaro Cantero.
Además, sus apodos –Gula y Chavo– aparecen incasablemente en las escuchas ordenadas por el juez Vienna, donde también se menciona a más de una decena de policías involucrados en la banda narcocriminal, aunque hasta el momento sólo fueron detenidos seis.
La misma Viglione, en su declaración testimonial brindada ante el juez Vienna el 19 de junio pasado, asumió: “A Maciel y a Pereyra los elijo yo. Nosotros en la Secretaría necesitábamos además del tema de droga y trata que alguien se ocupe del trabajo de calle. Necesitábamos que traigan información de calle que no tenga que ver con droga y trata. Por ejemplo, temas de vehículos, desarmaderos de autos. Ellos se ocupaban de recolectar este tipo de información de calle. No tenían un lugar físico de trabajo, hacían trabajo de calle. Específicamente de recolección de datos, pero no sobre una investigación en particular, sino eran datos aislados de lo que se necesitara confirmar”.
Pereyra quedó muy complicado
Pese a que se negó a responder preguntas en su declaración indagatoria, el comisario inspector Gustavo Pereyra optó por brindar una autodefensa en la que negó fervientemente conocer o estar investigando a narcotraficantes, contar con bases de datos o haber recibido dádivas. Pero la tecnología le jugó una malísima pasada porque en una computadora secuestrada en la habitación de uno de sus hijos, que a la vista no tenía información importante, fueron recuperados los archivos borrados. Entre ellos había carpetas nombradas con los apellidos de los tres narcotraficantes más renombrados en la provincia, y en su interior fotos de búnkers de drogas, con sus direcciones.
En otros archivos se observan fotografías de fachadas de casas de alto valor adquisitivo, con las fechas de las fotos impresas, que pertenecen (según una fuente del caso) a esos narcotraficantes. También está fotografiado el seguimiento de los vehículos en los que se movilizaban estas personas.
Además, entre los archivos había fotos de las fachadas de las sucursales de la red de farmacias Farmavip, propiedad de Omar Ulloa. El 6 de febrero último, Ulloa fue atacado a golpes  por dos hombres que se presentaron en una clínica de 3 de Febrero al 1000. En ese contexto, Carlos Dolce, un policía en disponibilidad que trabajaba como custodio en el lugar, se trabó en lucha con los atacantes y terminó muerto de un balazo. Por ese hecho fue detenido Pablo Andrés P., de 34 años, sindicado sicario de Los Monos. Este hombre también quedó vinculado con el ataque a tiros sufrido por el abogado Alberto Tortajada en septiembre de 2012 en el hall de un edificio de Montevideo al 2000.
Por último, los archivos de Gula Gula muestran organigramas, archivos personales, fotografías de sospechosos y datos específicos de distintas actividad delictiva.
Una fuente allegada a la causa informó que las pericias técnicas fueron realizadas por una comisión de expertos informáticos que se conformó a pedido del juez Vienna, con la conformidad del jefe de Policía de Santa Fe y el aval del Ministerio de Seguridad de la provincia.
Tras su detención a principios de junio pasado y el secuestro de unos cien mil pesos en efectivo en su casa, se conoció que Gula Gula Pereyra es dueño de una lujosa casa que construyó en pocos meses en la vecina localidad de Pueblo Esther. Se trata de un inmueble de dos plantas, ubicado frente al río, con pileta y solarium, cuya inversión rozó el millón y medio de pesos.
Fuente: Diario El Ciudadano.

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