Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, murió este lunes a los 88 años. El Vaticano confirmó su fallecimiento en un comunicado oficial y la noticia conmovió a millones de personas en todo el mundo. El argentino que cambió el perfil del papado, que habló claro y puso el foco en los más vulnerables, dejó una huella profunda en la Iglesia.
Su muerte ocurrió apenas un día después de haber participado públicamente de la misa de Pascua. “Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco…”, anunció el cardenal Kevin Farrell. Lo despidió como un hombre que dedicó su vida al servicio y al amor por los más pobres.
Un Papa distinto
Francisco fue elegido en marzo de 2013, tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI. Su aparición en el balcón del Vaticano fue igual de inesperada: un cardenal jesuita de Buenos Aires, que pidió “recen por mí” y se presentó como alguien venido “desde el fin del mundo”. Desde ese primer gesto —y también desde el nombre que eligió, en homenaje a Francisco de Asís— se notaba que su papado iba a ser distinto.
Con un estilo directo, a veces incómodo para los sectores más conservadores, impulsó reformas internas, habló sin vueltas sobre los abusos dentro de la Iglesia y desafió al poder económico con sus advertencias sobre el “dios dinero”.
Cercano, pero sin escala en casa
Francisco tuvo una relación muy presente con la Argentina, pero nunca concretó una visita oficial al país. Recibió a todos los presidentes —Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández, Javier Milei— y fue tema recurrente en la política local, aunque siempre evitó involucrarse de forma directa.
En cambio, sí visitó países vecinos como Brasil, Bolivia y Paraguay. En su primer viaje a Sudamérica como Papa, participó de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Ahí dejó una de sus frases más recordadas: “Quiero lío en las diócesis. Quiero que se salga fuera, quiero que la Iglesia salga a la calle”.
El legado
Francisco promovió una Iglesia más austera, más preocupada por la justicia social y el cuidado del ambiente. Se pronunció por la paz en los conflictos bélicos, tendió puentes interreligiosos y puso el foco en la transparencia institucional. Su papado marcó una época. Con sus gestos, sus palabras y sus silencios, dejó una marca en una Iglesia que necesitaba abrirse al mundo sin perder su raíz.
