“Esto es terrorismo, ¿qué otra palabra si no es esa?”. Osvaldo de Marco, dueño de la tradicional parrilla El Establo, aseguró que la balacera perpetrada este domingo por la noche fue un acto terrorista. “Pudo haber hecho un desastre esta persona, pudo haber muchos muertos”, expresó sobre el hecho en el local de Pellegrini e Italia.
“No habíamos recibido amenazas. Nunca tuvimos nada con nadie. Ni en los celulares, ni en el fijo, ni un cartel, ni un papel o cartón. Lo juro por lo que más quiero que no. Esto es terrible”, expresó, al tiempo que sostuvo que “había y hay permanentemente patrullajes”. “No sé si es lo necesario, uno no lo sabe. Este muchacho cometió un hecho con tanta facilidad y soltura. Estaba lleno de gente. Era una hora en la cual se retira el segundo turno, como nosotros decimos. Al lado está un colega con una cervecería con gente en la vereda. Ahora nos pasó a nosotros”.
En Jorgito Junior’s pasó lo mismo, casi simultáneamente. Minutos antes de las doce de la noche pasó una moto desde la que dispararon contra el conocido local de comida rápida de 27 de Febrero y Laprida, en la zona sur. Allí hubo dos heridos leves, dos adolescentes que estaban esperando para comprar.
Lo concreto es que ambas balaceras sacudieron a la ciudad por el momento en que ocurrieron (plena noche de domingo pre-feriado de lunes) y sobre avenidas concurridas como lo son Pellegrini y 27 de Febrero. Y en el marco de otras causas sensibles como los ataques a tiros que se reportaron en estaciones de servicio y hasta escuelas.
En el medio, la disputa que comenzó con vandalismo: le cortaron la cabeza al busto de Isaac Newell en el Parque Independencia e hinchas de Central subieron a las redes imágenes con la parte faltante. A eso le siguió un ataque con bombas molotov que causó daños menores en la sede Cruce Alberdi de la entidad canalla. Pero no fue el final: en la sede céntrica de calle Mitre dos personas rociaron combustible y prendieron fuego el local. Adentro estaba un custodio, que salió milagrosamente del lugar y sufrió quemaduras en rostro y manos que lo dejaron internado.
En los barrios, la inseguridad. El emblemático caso de Joaquín Pérez, el arquitecto asesinado cuando se disponía a guardar el auto en Arroyito, que derivó en una marcha para pedir justicia en el Monumento. Allí asistieron con custodia el gobernador Omar Perotti y el intendente Pablo Javkin; el primero tuvo que retirarse frente a los agravios.
Balaceras en la previa y después de las elecciones. Llamar la atención parece ser finalmente el mensaje; en ambos casos este domingo a un puñado de cuadras de puntos de custodia fija de Gendarmería, tanto en Pellegrini como en 27, donde se dispuso recientemente un anclaje de seguridad para la estación de servicio que funciona a metros de Jorgito.
