El histórico Barco Ciudad de Rosario volverá a surcar el Paraná y retomar la actividad turística tras concretarse su venta a nuevos propietarios, todos rosarinos y con fuerte vínculo con el río. La operación marca el cierre de una etapa para la familia Oficialdegui y abre un nuevo capítulo para una de las embarcaciones más emblemáticas del turismo fluvial de la ciudad.
La confirmación llegó de boca de Haydée Oficialdegui, quien encabezó la venta del buque que durante más de medio siglo unió las costas rosarinas con las islas entrerrianas. “Estoy feliz de que se quede en Rosario y en manos de jóvenes con empuje, ideas y amor por el río. Era lo que más quería”, expresó en contacto con el Diario La Capital, aliviada, tras semanas de negociaciones.
Según contó, los compradores son tres amigos de alrededor de 40 años que se enteraron de la situación del barco a partir de una nota periodística y decidieron avanzar con la compra.
El Barco Ciudad de Rosario es parte del patrimonio cultural y turístico de la ciudad. Sin embargo, la pandemia, la histórica bajante del río Paraná y las dificultades económicas posteriores dejaron a la embarcación amarrada durante años en un canal del Paraná Viejo, a la espera de un destino que permitiera sostener su legado.
La familia propietaria ya no podía afrontar los costos necesarios para reactivar los paseos, en especial la revisión técnica obligatoria que debe realizarse cada cuatro años y que demandaba una inversión cercana a los 45 mil dólares. A ese escenario se sumaron la reducción del cupo de pasajeros —limitado al 40% de su capacidad— y la necesidad de cumplir con compromisos laborales con los empleados, lo que terminó por volver inviable la continuidad del emprendimiento.
“Fue una decisión muy dolorosa, pero necesaria. El barco es patrimonio de Rosario y soñaba con que quedara acá”, recordó Oficialdegui, quien meses atrás había manifestado su angustia ante la posibilidad de venderlo. El desenlace fue distinto: hubo propuestas desde Corrientes y Paraguay, pero finalmente primó el deseo de que el Ciudad de Rosario continúe ligado a la ciudad.
Los nuevos dueños, cuyos nombres se mantienen en reserva por el momento, ya comenzaron a planificar la puesta a punto de la nave. Deberán completar la revisión técnica y obtener la habilitación correspondiente para que el barco vuelva a zarpar. “Me dijeron que lo iban a cuidar, que quieren hacer cosas nuevas en el río y potenciar el turismo. Eso me dio mucha tranquilidad”, señaló Haydée.
En ese marco, la ex propietaria pidió el acompañamiento del Estado municipal y provincial para fortalecer el perfil turístico de la ciudad. Mencionó especialmente al Ente Turístico de Rosario (Etur) y al Ente Administrador Puerto Rosario (Enapro) como actores clave para facilitar la reactivación de una propuesta que considera estratégica para Rosario.
El barco realizó su primer viaje en febrero de 1971, luego de un largo proceso de reconstrucción impulsado por Raúl Oficialdegui, padre de Haydée. Adquirido como una embarcación brasileña en desuso, fue completamente reacondicionado entre 1964 y 1971 en el astillero Riguetti, frente al Gigante de Arroyito, convirtiéndose en la primera embarcación hecha a nuevo en Rosario.
Con 31 metros de eslora, 6,45 de manga, dos motores, usina eléctrica propia, salones, bar americano, pista de baile y capacidad para unos 300 pasajeros, el Ciudad de Rosario fue pionero del turismo fluvial en la región. Tras años de silencio, el río volverá a ser su escenario.


