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Central estaba camino de traerse un buen resultado de La Bombonera. Claro, con los 90′ jugados es fácil decirlo. Sin embargo, la imagen que daba el equipo de Russo era esa: solidez, confianza y actitud. Sin embargo, la expulsión de Acevedo cambió todo. Y Boca se vino con su historia, su furia y lo dio vuelta en tres minutos para quedarse con el triunfo. El equipo de Arroyito no levanta cabeza y se viene el clásico. Para pensar y repensar.
En los primeros instantes fueron importantes las tareas de Becker y el chico Montoya, más la movilidad de Niell y el colombiano Valencia. Fue el moreno el que tuvo a los 11 una muy clara para convertir al borde del área chica, pero Erbes lo cruzó justo.
Boca iba de contra y los que saben con la pelota -Carrizo, Meli y Castellani- no aparecían en escena.
Sin embargo, cuando el local ajustó algunos detalles de conexión y Central comenzó a exhibir algunas desatenciones por el lado de Acevedo, especialmente, comenzó a acercarse con peligro a Caranta, aunque le faltaba profundidad.
Central apostaba a los pelotazos largos más que a intentar juego asociado. No aparecía Becker en la dimensión esperada y al canalla se le hacía complicado progresar en ataque, salvo alguna contra esporádica.
Pero sobre el final de la etapa, Becker levantó la cabeza por derecha, vio el movimiento del Trencito desprendiéndose de los centrales xeneizes, mandó el centro y el Trencito, elevándose con categoría, metió la cabeza y cruzó su envío desorientando a Orión para poner el 1 a 0 ante un Boca desconcertado.
Los de Russo mostraron una imagen más que interesante en el complemento. Porque Niell y Valencia hacían un trabajo muy prolijo en ofensiva e inquietaban a una defensa local dubitativa, porque Becker mostraba intermitencias pero cuando aparecía metía pelotazos interesantes, como ese de los 3′, cuando casi desde el suelo habilitó al chiquito Niell y el remate cruzado del delantero besó el palo izquierdo de Orión.
Pero una jugada muy desafortunada del chico Acevedo -a los 16′ le pegó un golpe en la cara a Gigliotti y el árbitro Herrera le sacó roja directa- cambió la fisonomía del canalla y el rumbo del partido.
Porque tuvo que debutar de manera forzoza el colombiano Gómez Andrade, porque Russo resignó un delantero -Niell- para poner un volante -Encina- y arriba quedó solo el colombiano para pelear contra el mundo.
¿Boca? Se vio como un vendaval. Porque ajustó los pases, puso más gente en ataque con el ingreso del Burrito Martínez por Erbes y porque vio que Central comenzaba a hacer agua y no podía soportar la presión.
Por eso no sorprendió que a los 29′, Echeverría aprovechara la devolución de un centro de Acosta y, con una medida volea, derrotara a Caranta.
Y tampoco extrañó que tres minutos más tarde, el lateral Marín pusiera la punta del botín para empujarla al fondo del arco con un Central desbordado y presionado por todos los sectores.
Lo tenía controlado y un panorama alentador de la manera que estaba jugando. Pero un pecado de juventud cambió buena parte del panorama. Y después, el canalla no lo pudo soportar. No pudo con un Boca más compacto y ambicioso y no le quedó resto ni para ejercitar la contra. De cara al clásico, la derrota termina siendo muy dura. Lo anímico será clave en una semana para pensar y repensar.
Foto: Sebastián Suárez Meccia