Para algunos pasó desapercibido, para otros definitivamente no. La nota de Adrián Abonizio luego del clásico rosarino despertó la bronca de los hinchas de Newell’s, quienes repudiaron a través de las redes sociales al músico por su opinión en Rosario/12.
Por “incitar a la violencia”, el edil Martín Rosúa manifestó que presentará una nota de repudio contra la opinión de Abonizio. También hubo un hincha que le respondió con una carta con mucha altura.
Ojo de Prensa reunió ambas cartas y las expone para que los lectores saquen sus propias conclusiones:
Adrián Abonizio, para Rosario/12
No pretendo ser ofensivo, pero hay una bandera que cuelgan los muchachos de la lepra que enuncia “La hinchada que nunca abandona”. Colofón a una rethaíla de sobreentendidos, herederos de los rompedores de carnets: si algo tienen que aclarar con trapos es que el Abandono existió y duele como el saco marrón de Russo. Se festeja y se celebra como tal con el Banderazo chiquitín. Una demencia infantil. Siempre paranoicos, siempre aclarando, siempre tapando con una carta lo que está claro en la mesa, siempre mintiendo en este Truco Futbolero donde el fervor está permitido pero no el engaño: no hay tantas estrellas, no hay tantos hinchas, pero hay mucha pintura para ensuciar el Parque. Hace mucho que Central no campeona en Primera, pero como los títulos de la lepra son recientes parecen más vertiginosamente importantes. Reconozco que rogaba para que Cagna se quedase algunos partidos más para que desciendan al infierno. Pero tuvo que aparecer un salvador de origen canalla, Martino que arribó para darles “identidad”. ¿Y adónde la habían olvidado? La lepra siempre me olió a complejos y aires british que lejos titilaban, ya que el Colosito, con sus luces bajas y magras, deprime.
Fervor ficticio, amor sobreactuado, leyendas espúreas e ingratitudes de baja estofa: clase media embanderada, tocando sus bocinas cuando Central bajó de categoría, vergüenza ajena, por el burlón que sale a festejar. Y allí van, sin amores verdaderos, arreados por el viento de la mala puntería que otra vez les ha tumbado la banderita flaca que sostenía un tipo en un palito, tristón, camino a su cucha por Lagos al fondo.
El pabellón oscuro que lucía una constelación de estrellas ficticias, una fecha de nacimiento fraudulenta y un corazón helado. Así van, así son por más que practiquen el “jogo bonito” y estén “para mejores cosas”, como ha manifestado el Sr. Heinze despectivamente, tristemente como su cara y sus goles en contra.
Voy a tener esta noche de domingo que andar llevando y depositando en el umbral de mis adversarios flores frescas, rojinegras para que ellos mismos se las depositen sobre sus lápidas. Paranoia. Temor. Miedo al cuco. Al papá. Congelamiento de alveolos pulmonares. Una historia conocida que ya aburre. Los cubitos de hielo que le llovieron a Delgado cuando pretendió tirar un corner, eran lágrimas, ¿Qué duda cabe? Cae la noche y me levanto el cuello de la campera, a pesar de que ha subido la temperatura en esta tierra legítima y sin dobleces donde lo que sobra es calor, calor de hogar porque en Arroyito sabemos a que casa pertenecemos.
Juan Bellante, en su blog, le respondió a Abonizio:
Estimado Adrián Abonizio:
Desde la semántica más básica comenzar un escrito con la expresión “no pretendo ser ofensivo” no es más que el preámbulo de que todo lo que vendrá será no solo ofensivo, será provocador. El trapo al que usted hace referencia “La hinchada que nunca abandona” era el pabellón de una barra que desde hace años no está más en el club, actualmente nuestro hinchas caracterizados se denominan bajo el lema “La hinchada más popular”. Particularmente no me siento identificado por ninguna de las dos, son hincha de mi club, no de su hinchada. Cuando habla de abandono sin dudas usted refiere a una victoria de Central donde nuestro equipo pretendía terminar el cotejo acudiendo al reglamento y dejando en campo menos de los jugadores permitidos. Cosa que ocurrió, así mismo le recuerdo que nuestra gente nunca dejó las gradas bajo ninguna circunstancia, lamento al extremo usted no puede sentirse orgulloso por lo mismo. El banderazo es un hecho maravilloso en donde el público se acerca al estadio para hacerle saber al equipo el profundo sentimiento hacia nuestra camiseta, donde los jugadores gustosos se prestan al convite sintiéndose todos parte de una fiesta que crece clásico a clásico y trasciende todas las fronteras. Me veo en la obligación de hacerle saber que en ocasiones Central intentó imitar “el Banderazo chiquitín” como menciona, y digo intentó porque por falta de convocatoria tuvieron que desestimarlo.
Habla de “Truco Fútbolero” , pone en tela de juicio nuestros campeonatos, la cantidad de hinchas y hace referencia a las pintadas del parque. Comparto lo de las pintadas, siendo usted de otro equipo le molestará ver el rojo y negro, tanto como a mí el azul y amarillo en la Florida. De los títulos que decirle, puede consultar los mismos en la página de la AFA. En cuanto a la cantidad de hinchas, me gustaría saber cuándo el número de aficionados se volvió una competencia, pero como es quien propone el juego, me animo a recordarle las épocas del señor de la librería en donde inundaron las radios, los diarios y los canales de tv con el famoso “Socio Gigante”. Nosotros somos más, menos; pocos o muchos, pero somos de corazón nadie nos indujo a amar nuestro colores.
No comprendo porque querer desmerecer los títulos de Newell’s en función de lo recientes que son los mismos, en relación al polvo que juntan sus trofeos. Qué culpa tenemos nosotros si la última vez que salió a festejar un campeonato todavía no había caído el muro de Berlín. En cuanto al aire british de nuestro amado club, por si lo olvidó o no lo sabe su club nació bajo el nombre de Central Argentine Railway Athletic Club, no suena muy criollo verdad. Nuestro estadio es modesto, somos un club modesto, hemos contado con la dicha de que la sangre de la dictadura no levantó paredes en nuestra casa.
El segundo párrafo que usted escribe es confuso, errático y contradictorio. Comienza asociando a Newell’s a una clase media acomodada y termina ofendiendo al hincha por su lugar de procedencia. En qué quedamos, somos hinchas de andar en auto o vivimos en una cucha al fondo de lagos. Ya que es despectivo al menos sería bueno sea coherente, digo así puedo saber dónde me ubica. Dice amor sobreactuado… Luego de la vuelta de la democracia, en momentos difíciles, cuando necesitamos de nuestros ídolos, Bernardi vino a dar una mano, Mateo trajo toda su enjundia, Martino desestimó 5 millones de dólares de la selección Colombia, llegó Maxi con contrato vigente en Liverpool, Nacho Scocco puso plata de su bolsillo para arribar al parque y desde la Roma vino Heinze. Ah me olvidaba Marcelo Bielsa está construyendo en nuestro predio un hotel para la concentración del equipo. Sobre las bocina pos descenso, de verdad no recuerda sus festejo en cada eliminación de copa libertadores, nunca le hicieron saber de la anécdota en donde su mandamás llevó camisetas y buenos augurios a la concentración de Mineiro. Noto mucha dislexia en su forma de ver la vida.
Tercer párrafo y vuelve la criticar nuestros títulos, en cada momento deja notar su fastidio por los logros deportivos que no ha tenido en las últimas 3 década, ¿mucho tiempo no?. Crítica a Henize, que decir esa parte, es graciosa. Haga un ejercicio visite los predios de Central y consulte a los chicos de inferiores en que club sueñan jugar, en todos eso jugó Gabriel.
De todos los hinchas que conozco, están los que en las victorias toman cerveza, vino, champagne hasta hay quienes se exceden de los límites y consumen lo que encuentran. Jamás imaginé toparme con un ser tan oscuro en la victoria, una persona que asocie el festejo a lápidas y tumbas, sería bueno trate con su psicoanalista esa fantasía perversa de saberse feliz con la desgracia del otro. Terminó de escribir su obra macabra y se fue a disfrutar.
Después de mucho tiempo la ciudad tuvo un clásico en paz, es una pena de donde se lo mire que el acto de violencia más destacado lo haya propiciado un hombre de la cultura, un referente musical de la ciudad, alguien que debería velar por las sanas y buenas costumbres. Nunca se preguntó cuántos hinchas a los cuales ofendió han comprado sus cds o visto sus recitales. Usted es una persona sin escrúpulo un irrespetuoso, ni siquiera es digno de ser de Central.